miércoles, 17 de junio de 2009

CAMBIO DE CAMISETAS

Una imagen que no puedo soportar es el intercambio de camisetas cuando se acaba el partido.
Ya lo sé, soy una mala persona al molestarse por un claro ejemplo de deportividad. El deporte debe estar impregnado de compañerismo; no solamente para los de tu equipo sino ante el equipo rival. Hay que ser educados y caballerosos con el compañero de enfrente... etc. Además en muchos casos los jugadores se convierten en compañeros cuando juegan en la selección nacional.
Vamos, que son amiguitos. Y quien sabe la próxima temporada en que equipo caerá cada uno ¿verdad?...

El futbol no es un deporte. Es un sentimiento. Al fin y al cabo el futbol es uno de los deportes más aburridos que hay. Se juega con los pies. La mayor parte del tiempo son pases de balon, sin jugadas espectaculares. Son 90 minutos de los cuales lo normal es que se marquen pocos goles. Muchos partidos acaban con el empate a cero. Entonces ¿cual es el secreto?

Que amas u odias a uno de los equipos. Es simple. Quieres que gane o que pierda uno. Y además quieres que gane de forma aplastante o que pierda de forma vergonzosa. No hay medias tintas. Si no vives el futbol así, no te gusta el futbol.

Y sufres. Sufres mucho. Sufres si pierden o sufres porque ganas pero no acaba el partido y temes que los empaten. Pero cuando acaba el partido es cuando el sentimiento está a flor de piel. Hemos perdido. Porque no han perdido 11 jugadores, han perdido todos los aficionados. Y te sientes realmente mal. Entonces los jugadores, tus jugadores, se van del campo bromeando con "los otros", el equipo rival, sus "enemigos" y se cambian las camisetas y se rien y se empujan de broma o se abrazan...

No me importa que sean amigos, que se vayan juntos de copas cuando salgan del campo o que intercambien esposas, me da igual. Pero me parece una falta de respeto al aficionado, a ese que paga el abono religiosamente, al que sufre cuando te hacen una entrada, al que lee ansiosamente las noticias de su equipo... al que se siente como una mierda porque tú, querido jugador, ha fallado esa ocasión de gol clarísima.

Si quieres intercambiar la camiseta o hacer bromas a tu rival hazlo en el tunel de vestuarios donde no te ve nadie. Ya sé que es tu amigo pero por respeto, finge que lo odias un poquito.

Pero cuando me recorre un escalofrío por la columna es cuando veo la misma imagen entre la patronal y los sindicatos. Aquellos que en teoría me defenderán como trabajador a capa y espada, sonrien, comen amigablemente y hacen bromas con la patronal ante las cámaras.

Para que todos veamos su deportividad.

Lo repito, soy una mala persona. Pero siempre me da por pensar que los sindicalistas que negocian mis intereses tienen más en común con su compañero de la patronal que conmigo. Al fin y al cabo; conmigo no se han ido a comer nunca.



1 comentario:

supersalvajuan dijo...

Yo cuando acababa el partido sólo pensaba en la ceveza.