jueves, 23 de abril de 2009

EL DIRECTOR MOLA UN PUÑAO


Enrollado, da: adj. y s. col. Que tiene facilidad de trato o que cae bien.
Tío, mola mogollón tener unos compas enrollados, ¿a que sí?; pero cuando lo flipas es cuando tu jefe, un carca total, se vuelve enrollado tambien, ¿que no?

Este comentario es el que tiene en mente ciertos directivos "del buen rollo" cuando por cuestiones de necesidad tienen que reunirse con la plebe. El que yo tenía hace unos años (ya os he hablado de él, en "me molesta verte...")sufrió esta transformación una tarde, en una charla informativa que dió a toda la factoría.
Nos avisaron unos días antes y la tarde del gran evento nos fuímos derechitos al salón de actos en vez de ir al vestuario. Había una rara excitación en el ambiente, ya que cuando trabajas en la cadena, que te quiten una hora de trabajo hace que te sientas como más animado, como si estuvieras "pirandote el curro".

Entramos, y una vez sentados aparece el director. Un hombre con gafas, bajito, muy pulcro él; pero hoy está diferente: ¡se ha puesto una de nuestras chaquetas de trabajo encima del traje!

Supongo que algún psicólogo lumbreras habrá escrito todo un tratado sobre: hacer ver a tus trabajadores que tú eres uno más. Bien, no produce el efecto deseado: lo único que parece es que tu jefe es un gilipollas. Seguro que si fueramos negros, se habría pintado la cara con betún.

Entonces empezé a pensar que la motivación de ponerse chaqueta de trabajo era otra: si en ese momento hubieran entrado un grupo terrorista, nos hubieran secuestrado a todos menos a él; el único vestido de trabajador de toda la sala.

Empieza la charla; en primer lugar nos ponen una película de la multinacional muy animosa: el mensaje es que somos los mejores, tenemos los mejores productos, la calidad es insuperable, la competencia no sabe que hacer para ganarnos en algo... y como guinda del pastel nos presentan los benefícios de la empresa en el último año. Todos internamente nos frotamos las manos pensando la prima que nos van a dar. Pero en esto empieza la segunda parte: el director-trabajador nos dá una conferencia con un mensaje totalmente opuesto: no hay que confíarse, hay que trabajar en equipo, puede que las ventas bajen, hay que esforzarse más, hay que pensar más en la empresa. En este punto ya nadie piensa que nos van a dar una prima; pensamos que al pobre hombre de la chaquetilla deberíamos darle, antes de irnos a trabajar, un euro cada uno para que, esta noche al menos, pueda cenar.

Termina el acto y nos entregan un despertador de acero inoxidable con el nombre de la factoría grabado, un detalle de recuerdo; no sé si el significado es que la empresa piensa en nosotros o que nosotros pensemos más en ella. ¡Que primos! Hubieramos venido aunque no nos dieran regalo, aunque no nos hubieran dicho que eramos los mejores del mundo mundial y aunque no descubriéramos que nuestro director era un tío enrollado que viste como nosotros y nos quiere mogollón... una hora menos de cadena es una hora menos.

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